Ante la pandemia que permea este año de 2020, es hora de sentarme, de respirar profundamente; de platicar y, por qué sí: de renacer. Porque la existencia lo demanda y la fotografía también.
La vida a cambiado un poco, al menos para quien esto escribe. En este sentido los aparentes momentos difíciles que ahora veo en mi existir, son los mismos: el comprenderme y ser condescendiente conmigo misma para serlo con los demás seres que me circundan.
Porque debo confesar que hace algunos ayeres, yo era muy exigente conmigo misma. Acepto que esa actitud en ocasiones vuelve a resurgir y trato de contenerle por mi propio bien y el de los demás.
Por otro lado, la vida me ha dado sorpresas por no ver más allá de mis narices o por dejar hacer y dejar pasar. En este sentido, hoy comprendo que la mejor manera de prever dificultades es comenzar a trabajar desde el ahora, no desde el ayer o lo que no sé si el futuro premiará o me propinará.
Parte de esta actitud de renacimiento existencial y fotográfico, está ligado a que me he dado cuenta que no puedo quedarme varada, no puedo paralizarme y echarle la culpa a una pandemia mundial y a las consecuencias, que este suceso, trajo y afectó a algunos seres queridos, incluyendo a mi papá.
Por ello, hoy escribo esto en mi «diario de lo inmediato», para dejar testimonio de este hecho y recordarme a mi misma que en cada instante la magia de la transformación está presente si yo la hago palpable y real.
Para concluir, también he de confesar que no le temo a la muerte, ni a la pandemia, lo cual no quiere decir que no ame la vida y mi existencia con todo y los matices de sombras y luces que ésta me ofrece.
Ante la confesión del párrafo anterior, queda patente mi actitud de retratar « desde la distancia, algunos parajes de circunstancias que me encontré durante esta pandemia que se resiste a dejarnos libres.
Ante los hechos que he vivido, y de los cuales no puedo ser tan explicita, me queda la enseñanza y la entereza de escribir desde el ocaso de todos los días de mi vida, para volver a renacer y vivir de mañanas de energía positiva, que me permitan hilvanar, por las noches, las historias que aún no alcanzo a contar de manera tan directa.
